Una
vida sin etapas, una chocante igualdad, un vegetar en círculos y un devenir
irrealizable. Los matices de mis ilusiones no se profundizan, estoy en la rueda
que gira sin avanzar, doy vueltas y me mareo en esa constante improductividad
sabrosa como una copa de Ron. Feliz e infeliz en la semana que transcurre como
se ha planeado mediocremente. El sábado salgo, compro Licor, me siento en los rincones
habituales, me embriago, de pronto hablo con un compañero de decadencia, orino
en el billar de La Avenida Suárez,
y al domingo, la satisfactoria resaca, el hambre, el desayuno, el agua helada,
más espectacular que en otros días. Los pensamientos de intoxicado, los planes
de intoxicado, los impulsos de intoxicado. Y el lunes es la lastimosa muerte de
ese gran placer que poco dura. Ni me
destruyo, lo que de algo serviría, ni me embriago las horas o los días
necesarios para sublimarme. Si por beber me muero, tómalo como un triunfo, pero
como no me alcanza para llegar a esas instancias fúnebres, hasta en la bebida
fracasaré.
En
las calles de la indolencia donde una botella de Licor te convierte en el más
grande. En las calles de un Bello degradante me adapto. En los oscuros muros
donde me dispongo a caer borracho, allí es mi lugar en el universo de las
complacencias mundanas.
He llegado al punto donde ya
no sé ni sumar la cantidad de las erráticas ensoñaciones, tan abundantes y
variadas que, jamás sacaré el resultado exacto o las consecuencias.
Una esquina con vómitos
ambulantes, mucho excremento envuelto en una bolsa llamada cuerpo. Un rincón
tuyo sediento de una mano, una garganta fétida, caliente por el Licor.
Una serpiente en el
interior, consumiendo, atragantándose con el bocado alimenticio, una glándula
deficiente que mata, un retorcijón estomacal, culpa del licor sin almorzar.
Una falda para domesticar
una bestia llamada hombre, un teléfono para mentir con mayor facilidad, un
minuto para que se abracen borrachos, los patéticos decembrinos.
Si dos más dos no fuesen
cuatro yo no hubiera perdido el rato en ese examen.
Dame un premio por una
loca teoría, recompensa lo despreciable con muchas botellas de licor. La
amistad es lo menos difícil de obtener, sólo basta el cotidiano aburrimiento
para que cualesquier par de imbéciles se unan y presuman llevarse bien. Lo que
yo uso para rodearme de pegajosos es un vicio, un cigarrillo, marihuana o
licor.
Gris la calle, gris la sinfonía,
petulante el asesor de una orgía, desmedido el cretino que se robó los últimos
dos tragos. El agua cae y me quejo, el agua no cae y un montón de negros se
mueren de sed y hambre.
Una cortina que impida ser
descubierto en mis obscenidades, una cortina oscura que no dé oportunidad a los
mirones de verme arrinconando a las niñas que acceden a visitarme.
Dos ojos y una boca bastan
para engatusarlas, y no grite, pues no hay nadie en casa que evita dejarla de
ropa escasa.
La mujer sale del Cajero
Automático con tres billetes guardados en el bolsillo hasta que un cuchillo le
enfría el rinconcito prohibido: esto es un atraco, desembuche el dinero.
Mucha paloma de la paz
vuela cagando el Mundo. Tres marranos, el que construyó la casa de ladrillo es
un cerdo político, y como los otros dos marranos no lo son, tan sólo se ganan
el sueldo mínimo, entonces llegó el Lobo de los impuestos y los dejó sin casa... jajjajajajja....
Un horno es el destino del
que no contribuye con los gusanos de la materia en descomposición.
Las frutas se pudren, pero
se fermentan y mezcladas con agua uno se embriaga, pero la vida es tan
porquería que ni estando podrida sirve para hacer una embriagante bebida con su
porquería.
No te sorprendas cuando el
meteoro traspase la atmósfera y destruya la vida tuya.
La sociedad virulenta,
indispuesta cada que ayuda pido. Un coro de horrendos niños grita, una maestra
vestida de blanco, tarde se da cuenta de que hoy le venía la chica de rojo en
la entrepierna y el homo fóbico no desea llegar a viejo para que no le revisen
la próstata.
Las prohibiciones morales
son el instrumento del mal. Cuanto más lo rechazan las mujeres, él más perverso
se vuelve, así que, acepta sus propuestas carnales antes de que se desquite con
su hija en casa.
Es viernes para el que se
pierde gastando un billete verde. Viernes cultural para orinar ebrio un mural. Gracias,
señor ex presidente por vivir en una Choza donde todos podemos embriagarnos y fumar, gracias por vivir en esa choza que con el transcurrir de los años ahora
todos orinamos.
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