¿Qué es verdadero, qué es falso?

Cuestionémonos: cuando a voluntad elegimos, dizque fingir, pero, primero: ¿por qué nos mentimos afirmando que he representado un papel que no es mío? ¿Por qué digo que he fingido? ¿Basados en cuál situación absoluta?
La falla nace desde que aseguramos que lo que hacemos cotidianamente es “Lo verdadero” y que poseemos una faceta, una manera de ser única.
Si por ejemplo, una mujer me dice no querer a la persona con la que está, pero a pesar de eso lo trata bien, es dulce con él, etc. Ella me dice de que es una especie de actuación, que aunque no lo ama, lo acaricia, le habla con ternura y demás.
Ella cree que no es sincera, dice que le ha estado mintiendo, fingiendo.
Pero a mi parecer, se equivoca al afirmar que ha mentido.
Lo que no sabe ella, es que aquella sonrisa, aquel gesto que fue cariñoso, para él no fueron una farsa, en su mente las cosas que ella hizo fueron sinceras.

La Mentira no se interpreta a solas, son necesarios dos individuos, y desde el momento que lo tocaste lentamente y con suavidad el otro se creyó tu ternura, la mano que palpó su mejilla lo hizo sentir bien, y eso es lo que vale, porque el otro es quien juzga la veracidad de tus actos; en su Mundo, en su mente él piensa que le diste un gesto amoroso, sincero; en su subjetividad recibió una caricia realizada con honestidad; por lo cual, has fingido para nadie, a solas; fracasaste y triunfaste en tu mentira.

Debes enfrentártele y explicarle en cuáles momentos le mentías, y solamente así, convertirás lo que es falso para ti, en falso para el otro. De ahí en adelante la Mentira nace en su conciencia, se vuelve real, pertenece a más de un individuo.
Sin la confirmación del otro, no existe la Mentira como tal. La verdad o la mentira es algo revelado, algo que es conocido por más de una persona.

Segundo: si al mentir a propósito, sólo lo realizas internamente, esto divide tus acciones en “Mentiras a conciencia” y en “Mentiras en acto”. Las “Mentiras en acto” son las que siempre has llamado tu forma de ser, tu personalidad, la identidad, bla, bla, bla. Lo que haces dizque sinceramente, pero ocurre que, tanto Las “Mentiras en acto” como “Las Mentiras conscientes” pertenecen a una misma categoría.
Quiero decir, que nunca estás mintiendo ni siendo absolutamente real. Al contrario de lo comúnmente aceptado, Las “Mentiras conscientes” son hermosas demostraciones de tu libertad; ahí, en la situación o lugar que dices fingir, estás haciendo lo que en verdad deseas, pues pones toda tu energía para que no te descubran, te concentras en ello, te esfuerzas en mentir y convencer. Le impregnas realidad a cada palabra para que el otro la crea verdadera y de ese modo, eres más fiel a ti mismo que cuando actúas involuntariamente, sin prestar atención, por costumbre; lo fingido es más real que los anteriores comportamientos que denominas parte intrínseca de tu personalidad, en los que ni siquiera piensas antes de realizar.

Vives repleto de actos por inercia, por mecánica, lo voluntario se añadió a lo involuntario, sin que ello signifique, para mí, que es inconsciente la acción de abrir los ojos y observar; esa es una posición que no pide una concentración especial de tu parte, ocurre y listo, no te detienes a meditar en ello, en cambio, al fingir, al supuestamente pretender pones todos tus sentidos alerta, es una especie de Mentira que con la voluntad de mentir, anulas; la voluntad desvanece la Mentira, la pretensión de mentir muere si el otro no desconfía; desde que el otro te crea tu falsedad, ésta deja de existir como falsedad, pues no produce su efecto, no es reconocida como tal, la farsa individual no es veraz en la mente del testigo y por ende, carece de validez.

Tercero: ¿Cómo es posible afirmar que en cierto día pretendías y en otro eras tú mismo? No sé, porque en ninguno fingías absolutamente.
El que actúa necesita que su testigo se haga partícipe de su actuación, si los demás no saben que estás fingiendo, entonces no hay farsa, hay realidad en sus mentes.

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