Ensayo: El juicio contra Jesuscristo


Capítulo Primero.

Aunque fuera de cualquier lógica, tras abrirse las altas puertas de La Corte Suprema, el Juez y el Jurado vieron frente a frente al famoso Jesucristo, junto a él su abogado. Pero ninguno vio al Jesús físicamente esperado. ¿Cuál cabellera larga, cuáles ojos azules o verdes, cuál tez blanca?
En cierto modo, los presentes se decepcionaron por no ver la imagen divina, iluminada, que siempre les han vendido los pintores.
La persona que miraron sorprendidos, ni siquiera cumplía con sus estándares de belleza.
Seguramente eso agradó a la parte acusatoria.

La asistente del Fiscal aguardó a que el Juez hablara:
-- En el caso número... (Impreciso) ¿Cómo se declara el acusado?
-- No culpable de todos los cargos, su Señoría.
La Asistente tomó la palabra y reiteró los cargos en contra de Jesucristo.
Primer cargo: Falsa identidad. Él tipo se cree dios hecho carne. A lo cual El Jurado rió.
Segundo Cargo: cómplice de homicidio.
Tercer cargo: Autor intelectual de todos los crímenes de La Humanidad.
Cuarto cargo: falso testimonio.
Quinto cargo: culpable por omisión.
Sexto cargo: Complacerse al ver la humanidad destrozada.
Séptimo cargo: responsable de pertenecer a una pandilla autodenominada “Los doce apóstoles”.
Octavo cargo: indiferencia depravada.

-- ¿Qué pide La Fiscalía?
-- Que el acusado permanezca en La Correccional de “Sing, Sing”. Y que un guardia esté pendiente del acusado las veinticuatro horas del día; el acusado tiene fama, entre los suyos, de hacer milagros.
-- Su señoría. La petición es exagerada, mi cliente tiene buenos nexos con La Comunidad, es famoso, ¿adónde podría escapar?
-- La Fiscalía opina que si el acusado se corta el cabello y se afeita, nadie lo reconocería, además le sobran seguidores que serían capaces de ocultarlo en sus casas, o un fanático, podría llegar al extremo de azotarlo y crucificarlo en un supuesto bien para los pecados de la humanidad, así que, es mejor que permanezca por su propia seguridad, encerrado.
-- ¿Fianza?—rogó el abogado defensor.
-- No, abogado—dijo el Juez. Conozco muy bien lo acaudalada que es su Empresa.
-- ¿Se refiere a las limosnas y a los bienes del Vaticano, su señoría?
-- Por supuesto. ¡Siguiente!

Semanas después, Primer día del Juicio.

El Fiscal comienza a presentar los hechos. La primera víctima sube al Estrado:
Jura decir la verdad y sólo la verdad…
-- Me niego rotundamente a tocar esa Biblia o a jurar en nombre de un Dios que voy a atacar.
-- De acuerdo, pero recuerde que si miente la condenarían por perjurio.
Cuéntenos, señora, ¿por qué considera que el acusado, es responsable de su violación?
-- Jesús, es por lo menos, cómplice del violador porque se dice misericordioso y todopoderoso, pero cuando le pedí a gritos y con lágrimas en el rostro, él, Jesús, no me ayudó, dijo la mujer, señalándolo enfurecida con el índice.
El fiscal dijo --¿El acusado estaba presente cuando fue violada?
-- No específicamente, pero mi familia me enseñó toda la vida que él está en todas partes y que nos ama y cuida.
-- Objeción, dijo la defensa. La testigo se basa en rumores.
-- ¿Cuáles rumores, su Señoría?
Acá tengo un Libro que corrobora lo que la testigo afirma. La Fiscalía presenta la evidencia número uno… en ese momento le mostró al Jurado una Biblia.
-- Denegada, dijo el Juez. La testigo puede continuar con su testimonio.
El Fiscal le pidió a la testigo que le describiera cómo ocurrieron los hechos del 2 de junio de 1.993.

La víctima toma fuerzas para recordar los traumáticos sucesos.

Era de noche, alrededor de las nueve, temprano para algunos y tarde para los que al día siguiente madrugan a laborar.
-- ¿Y para usted qué hora era? –Preguntó el Fiscal.
-- También tarde. Yo trabajo para darles de comer a mis dos hijos.
-- ¿De qué edades?
-- Seis y nueve años.
-- ¿Eso significa que cuando antes de que la violaran era lo que comúnmente llaman “Virgen”?
-- No, pero eso tampoco le quita lo desagradable a La Violación de la cual fui objeto.
-- ¿Pudo hacer justicia?
-- No, presenté la denuncia, pero no hallaron al responsable.
-- ¿Puede continuar hablando de aquel día?
-- Preferiría no hablar de ello. Es muy doloroso para mí.
-- De eso se trata señora. De mostrarle al mundo el dolor por el que usted pasó a pesar de existir un ser que dice Amarla. ¿Cree que en verdad Jesucristo la ama?
-- No. ¿Qué hay de bueno en lo que me sucedió? ¿Qué excusa al acusado por no intervenir?
-- ¿Cree en el Libre Albedrío, señora?
-- Por supuesto que creo en la libertad humana.
-- ¿Entonces por qué acusa al acusado?
-- porque una de sus creaciones me violó y si como se supone, él conoce el futuro, lo que va a ocurrir, ¿Cómo se queda tranquilo en silencio? ¿Cómo no actúa?
-- Ese es el libre albedrío del violador, ¿no le parece?
-- Sí, pero lo que llaman libre albedrío es tan sólo un arma para su justificar la omisión. De Jesús. ¿Para qué dice que nos protege, que nos desea el bien, si por el libre albedrío, no impide las atrocidades?
Con Jesucristo o sin él, estamos a la deriva de la locura humana.
Gracias. No más preguntas, su Señoría.
Que pase el segundo testigo.
En ese momento, uno de los policías traía del brazo a un niño de siete años, que de sólo verle conmueve. El Fiscal había elegido a este niño blanco, de cabello rubio, ojos claros, porque es conocedor de que una persona bonita es vista con mejores ojos por el jurado. De haber traído un niño africano, de nariz gruesa, bocón, generalmente feo, el Jurado se identificaría menos con el feo, que con el niño lindo. Es más fácil no prestarle atención a una víctima negra, que a un niño que desde lejos inspira ternura.

El bello niño subió al Estrado con la ayuda del policía. El Fiscal lo interrogó:
-- ¿Reconoces al Señor que está ahí?
-- No, no creo que sepa quién es.
-- ¿Dónde te ha parecido verlo?
-- En casa de mi abuela hay una pintura de un señor nada similar a él. Y en la escuela me han hablado de él como alguien rubio, de ojos claros y cabello largo, piel blanca.
Dicen que es nuestro papá, que como muestra de su Amor se sacrificó por nosotros.
¿Qué te enseñan en la escuela?
-- Lo que es El Bien y El Mal.
-- ¿Tú ya distingues entre El Bien y El Mal?
-- Sí.
Por ejemplo, ¿Qué es Malo?
--- Que alguien mate a alguien bueno.
-- ¿Qué le debería ocurrir a la gente mala?
-- Deberían ir a la cárcel.
-- ¿Conoces los diez Mandamientos?
-- Sí, señor.
-- ¿Cuál Mandamiento no cumple el que Asesina a otro?
-- No recuerdo qué número es, pero es “No matarás”.
-- Ah, ¿y tu papá que hace actualmente?
-- Está dormido.
-- ¿Qué significa eso? ¿No está trabajando para poder alimentarte?
-- No. El antes si trabajaba, pero ahora que se ha ido, no puede. El año pasado mamá y yo lo enteramos.
-- ¿Murió?
-- Sí.
-- ¿Cómo?
-- Un hombre malo le disparó.
-- ¿De quién crees que es la Culpa?
-- Del señor malo. Lo encerraron en una Institución para gente mala y loca. Eso dijo mamá.
¿Te parece justo que tu padre haya muerto así?
-- No, lo extraño mucho.
-- Nos imaginamos que es cierto, pero dime, niño ¿de que crees que es responsable el acusado?
-- De no detener al asesino, de no usar sus poderes, por ejemplo, superman vuela para salvar a la gente que corre peligro.
-- ¿Estás decepcionado?
--No sé. El señor de allá, no fue quien le disparó a mi papá. No comprendo. Jesús es bueno. Mi papá se fue a la casa de Dios. Y cuando yo muera voy a reencontrarme con mi papá en El Cielo.
-- ¿Quién te dijo todas esas mentiras?
-- ¿Cuáles mentiras? Mi abuela no es una mentirosa. Ella me contó qué pasa con la gente que se muere creyendo en Jesucristo.
-- ¿Te gustaría a ver a tu padre ya?
-- Sí.
¿Es decir que deseas morir para poder verlo?
-- Creo que sí, porque mi abuela dice que en El Cielo todos los seremos felices y nada nos faltará.
-- ¿Es mejor El Cielo que acá en la Tierra?
-- A mi me da la impresión de que sí. Uno acá aguanta hambre, los amigos se mueren, la gente inocente se muere. Hay señores malos que lastiman a los niños, etc.
-- ¿Por qué no ocurre acá lo mismo que en El Cielo?
-- No sé, pero sería mejor que todo fuera perfecto como antes cuando papá estaba vivo.
¿Piensas que a la gente mala se merece que le pasen cosas malas?
-- A mi me castigan cuando hago algo que no está bien. Entonces, tal vez es justo.
-- ¿Tú has sido malo?
-- Creo que no mucho. Me comí unos dulces que no debía, pero…
¿Mereces que tu padre haya muerto y los de tus amiguitos, no?
-- No soy tan malo, solamente que no siempre le obedezco a mamá.
¿En qué no le obedeces a tu madre?
-- No me cepillo después de comer, a veces se me olvida tender la cama. Cosas así.
¿Te castigan?
-- Si, me mandan temprano a la cama, no me dejan salir a jugar con los amigos de la escuela, etc.
¿Pero nunca tu madre amenazó con a alejarte de tu padre?
-- No.
¿Tu abuela que tanto confía en Jesucristo, te dijo alguna vez que tu papá se había ido porque Jesús lo necesitaba en El Cielo?
-- Creo que sí, me dijo eso para consolarme, pero yo necesito a mi papi aquí. ¿Qué hice yo para molestar a Jesús, por qué me castiga?
-- No lo sé, niño. Gracias. No más preguntas.

2
El acusado sube al estrado

—Primero que todo, soy inocente, me acusan por cosas que suponen dije yo, los que escribieron ese libro, no sé que droga se tomaban, pero así no pasaron las cosas. La gente que supuestamente reviví, no estaba muerta, era catalepsia; los milagros que en el libro mencionan, fueron trucos, ilusionismo.
Mientras estuve en la celda, antes de iniciar el juicio pedí que me trajeran La Biblia, la leí y quedé sorprendido de la imaginación tan grande de los tipos que me seguían.
Además, eran débiles, dependientes, sin rumbo, en busca de un ídolo, alguien a quien seguir.
El más inteligente fue judas, por eso le di el papel principal en la obra que me haría famoso.
Hasta las últimas consecuencias, hasta los azotes, la crucifixión. Sin la traición que planeamos Judas y yo, no hubiese sucedido el resto. Nadie me recordaría o me verían con un charlatán, como a alguien que se tomó más o menos en serio su papel de Mesías, pero que no estaba dispuesto a morir por su fama eterna.  Pilatos casi echa los planes a perder, se negaba a condenarme…

Continuará…

Proyecto temporalmente abandonado.

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